REFLEXIONES SOBRE EL CIERRE DE LA GALERÍA MARLBOROUGH: UN MOMENTO DE CAMBIO EN EL ARTE CONTEMPORÁNEO

El reciente anuncio del cierre de Marlborough Gallery, una institución de 78 años en el mundo del arte, marca un punto de inflexión en el panorama artístico contemporáneo. La galería, con sedes en Londres, Nueva York, Barcelona y Madrid, cierra sus puertas tras una larga historia de representar a artistas de la talla de Francis Bacon, evidenciando un declive gradual acentuado por controversias y juicios. Este cierre se suma al de Parafin, otra galería de influencia, que tras 10 años cierra parcialmente afectada por el Brexit y un rebote post-Covid de corta duración.

La situación de Marlborough es representativa de los desafíos que enfrenta el sector, donde recientes deserciones de personal clave y artistas, como Maggi Hambling después de casi 30 años, subrayan una época de cambio y reevaluación. El destino de las propiedades y el inventario de la galería, valorado en unos $250 millones, se encuentra en un punto crítico, con detalles pendientes de aclaración en los próximos meses.

Este contexto de transición no solo afecta a las galerías, sino que también se refleja en el mercado de subastas. La demanda de obras de artistas históricos como Jean Siméon Chardin muestra un renovado interés, mientras que las obras contemporáneas, incluidas las de Jean-Michel Basquiat, continúan atrayendo atención y valor económico significativos. No obstante, el descenso del 17% en las ventas de arte contemporáneo en subasta el año pasado, con un cambio en el liderazgo de valor por artistas como Yayoi Kusama sobre David Hockney, señala una reconfiguración de las preferencias y valores en el coleccionismo de arte.

Este panorama sugiere una reflexión profunda sobre el futuro del arte y su mercado. La adaptación a las nuevas dinámicas sociales y económicas, la revalorización de las obras y artistas, y la integración de prácticas y estrategias digitales emergen como claves para la supervivencia y renovación del sector. En este sentido, la situación de Marlborough y Parafin podría considerarse un llamado a repensar las estructuras y modelos de negocio en el arte, buscando caminos sostenibles que permitan a galerías, artistas y coleccionistas navegar con éxito los tiempos venideros.

Este es un momento de cambio, no solo de despedidas. La crisis puede ser una oportunidad para innovar y encontrar nuevas formas de conectar con el arte y su audiencia. La integración de herramientas digitales, la exploración de nuevos formatos de exposición y venta, y la redefinición del valor del arte en la sociedad son aspectos fundamentales para abordar en este nuevo capítulo del arte contemporáneo. La pregunta clave es cómo podemos, como comunidad artística, abrazar estos cambios y transformar los desafíos en oportunidades para un futuro más inclusivo y diverso en el arte.

REFLECTIONS ON THE CLOSING OF MARLBOROUGH GALLERY: A MOMENT OF CHANGE IN CONTEMPORARY ART

The closure of Marlborough Gallery marks a turning point in the contemporary art scene. The 78-year-old institution, with locations in London, New York, Barcelona, and Madrid, has represented artists such as Francis Bacon. However, controversy and lawsuits have led to its gradual decline. Marlborough Gallery is facing challenges similar to those of Parafin, another influential gallery that closed partially due to Brexit and a short-lived post-Covid rebound.

Recent defections of key staff and artists, such as Maggi Hambling after almost 30 years, underline a time of change and reassessment in the sector. The future of the gallery’s assets and inventory, valued at $250 million, is at a critical juncture. Details are yet to be clarified in the coming months.

This transitional context not only affects the galleries but also reflects in the auction market. There is renewed interest in works by historical artists such as Jean Siméon Chardin, while contemporary works, including those by Jean-Michel Basquiat, continue to attract significant attention and economic value. However, last year’s auction sales of contemporary art declined by 17%, indicating a shift in value leadership from artists like David Hockney to those like Yayoi Kusama.

This suggests a reconfiguration of preferences and values in art collecting, prompting a profound reflection on the future of art and its market. Adapting to new social and economic dynamics, revaluing works and artists, and integrating digital practices and strategies are key to the survival and renewal of the art sector. Marlborough and Parafin’s situation serves as a call to rethink the structures and business models in art, seeking sustainable paths that enable galleries, artists, and collectors to navigate the future successfully.

This is a time of change, not just goodbyes. The crisis presents an opportunity to innovate and find new ways to connect with art and its audience. It is essential to address the integration of digital tools, the exploration of new exhibition and sales formats, and the redefinition of the value of art in society in this new chapter of contemporary art. The main question is how we, as a community of artists, can embrace these changes and turn challenges into opportunities for a more diverse and inclusive future in art.